Oh Divina Presencia, resplandeciente y acogedora,
Desde las profundidades del ser, surge en mĆ­ un anhelo radiante de ser envuelto en el abrazo de tu amor, de sentir la paz que solo tĆŗ puedes otorgar.
Mi corazĆ³n se ha visto envuelto en la sombra del orgullo. ConcĆ©denos, oh SeƱor, la gracia de la humildad, TĆŗ que irradias compasiĆ³n y bondad desde lo mĆ”s Ć­ntimo de tu ser.
No puedo liberarme; el rencor me consume, las crĆ­ticas me laceran, los fracasos me abruman, las rivalidades me perturban.
No comprendo de dĆ³nde brotan estos impulsos turbulentos de imponer mi voluntad, de resistir, de sentirme superior... Hago lo que rechazo. Ten piedad, oh SeƱor, y otĆ³rganos la gracia de la humildad.
Concede la gracia de perdonar de corazĆ³n, la gracia de acoger las crĆ­ticas con humildad y recibir la correcciĆ³n con paz. Danos la fuerza, la serenidad, para examinarnos con honestidad.
La gracia de mantenernos serenos ante los desprecios, los olvidos y las indiferencias. Danos la gracia de encontrar gozo genuino cuando no sobresalgamos, cuando no nos destaquemos ante los demƔs, ni por lo que decimos ni por lo que hacemos.
AyĆŗdanos, oh SeƱor, a despojarnos de nuestro ego y a abrir espacio en nuestros corazones para que puedas habitar TĆŗ y nuestros semejantes.
Finalmente, oh mi SeƱor Jesucristo, concĆ©denos la gracia de cultivar un corazĆ³n luminoso, humilde, paciente y compasivo.
Cristo JesĆŗs, luz eterna y humilde de corazĆ³n, permite que nuestras almas brillen con el resplandor de tu amor incondicional. AmĆ©n.