Según la doctrina cristiana, la Trinidad está compuesta por tres personas divinas: el Padre, el Hijo (Jesucristo) y el Espíritu Santo. 

El Padre es considerado la primera persona de la Trinidad y se le atribuye el ser creador y sustentador del universo. Es reconocido como el Dios eterno y omnipotente. En la teología cristiana, se lo describe como el Padre de Jesucristo y de todos los creyentes, y es visto como una figura de autoridad, amor y cuidado paternal.

Jesucristo es la segunda persona de la Trinidad. Los cristianos creen que Jesús es el Hijo de Dios y que se encarnó en forma humana para revelar el amor de Dios y salvar a la humanidad del pecado. Según la creencia cristiana, Jesús nació de la Virgen María y vivió una vida sin pecado en la tierra. A través de su muerte en la cruz y su resurrección, Jesucristo proporcionó la redención y la salvación a aquellos que creen en él.

El Espíritu Santo es la tercera persona de la Trinidad. Se considera que el Espíritu Santo es la presencia activa de Dios en el mundo y en la vida de los creyentes. En el cristianismo, se le atribuye una variedad de funciones, como guiar, consolar, enseñar y dar poder a los creyentes. Se cree que el Espíritu Santo habita en los corazones de aquellos que creen en Jesucristo, brindándoles dirección espiritual y fortaleza.

En resumen, la doctrina cristiana enseña que Dios se revela en tres personas: el Padre, el Hijo (Jesucristo) y el Espíritu Santo. Estas tres personas son consideradas distintas y a la vez inseparables, formando la Trinidad en la fe cristiana.